domingo, 6 de noviembre de 2011


Revisando lo que fue publicado hace poco, caí en cuenta de que estaba olvidando un punto importante que se pasó por alto en el debate sobre el criterio crítico del público y su autoridad en las selecciones, ¿qué sucede cuando el criterio del público sí es la autoridad “evaluadora”?
Este hecho ocurre en varios eventos de títeres (Canela, Bienal de títeres en Lima, etc.), de teatro y de cine. Estos festivales proponen otra alternativa de jurado cuando se trata de concursos o premios, y democratiza (por llamarlo de algún modo) la elección de espectáculos que fueron sobresalientes desde una perspectiva diferente, la perspectiva del público.
En estos casos los organizadores le otorgan autoridad al público para evaluar, ya no desde espacios individuales sino desde un contexto macro y heterogéneo. Pero esta autoridad que se otorga lleva consigo también lo implícito de saber que se está realizando una evaluación sobre un conjunto de trabajos previamente seleccionados.
Alguien (titiritero, productor, comité organizador, etc.) fue quien propuso los trabajos para ser tomados en cuenta para los eventos en cuestión, quedando claro que la selección previa de los trabajos no desemboca en el público.
Durante los meses que anteceden a los eventos, un comité organizador (que en algunos casos es quien selecciona y en otros no) es quien recibe cada propuesta y deja manos de gente competente la tarea de observar y emitir  sus juicios haciendo uso de sus competencias y conocimientos, luego, una vez iniciado el evento el público se encargará de premiar a quien haya logrado colmar sus expectativas.
Siempre detrás de un evento existe un comité seleccionador, en muchos casos los comités quisieran que todos participen, pero es humanamente imposible, el día en que eso suceda en Sucre van llover gallinas.

sábado, 5 de noviembre de 2011

PARA SEGUIR APORTANDO.

Hace poco se ha decidido cerrar el blog de los títeres en Bolivia, una iniciativa que había nacido con la motivación de mostrar al mundo el acontecer del teatro de títeres en nuestro país. A pesar de Idas y venidas, de discusiones y propuestas todavía no se ha logrado recuperar este espacio de divulgación y de discusión que suponía.

Desde la compañía Paralamano se había colaborado con algunas opiniones sobre diversos temas relacionados al teatro de títeres y su cotidiano en Bolivia, nuestros aportes llevaban consigo la intensión de generar un espacio de debate y no ofrecer ideas univocas, muchas de esos artículos no fueron publicados en el blog, pues la finalidad era mostrar distintas posturas de distintos compañeros; a la espera de estas distintas propuestas, las publicaciones de la compañía Paralamano se fueron dilatando.

En adelante, las publicaciones del blog de los títeres en Bolivia, y los textos que no fueron publicados estarán en este espacio individual, pero con el mismo espíritu que ofertaba el Blog del colectivo boliviano de títeres, los textos estarán en la web para ser confrontadas por quien sea que se interese en refutar y aportar otra perspectiva; agradecemos sus aportes.

Compañía Paralamano.

Aquí vamos con el primer texto.

El criterio crítico del público.

Después de leer el mail en que algún compañero se quejada por no haber sido seleccionado para participar del Peter Travesí (festival nacional de teatro en Cochabamba), y acreditaba lo insuperable de su trabajo bajo el argumento de que el público le había dado la aprobación y no entendía por qué el jurado no había hecho lo mismo, me di cuenta de que muchas veces me había preguntado dónde, cuándo y cómo encontramos el aviso que nos dice: “éste es el momento, ahora estamos listos, nuestro trabajo ha llegado a su clímax”, entonces nos preparamos para enviarlo a festivales y encuentros cada vez que tenemos la oportunidad. La respuesta a esto nunca es fácil, en la búsqueda de esa señal nos topamos con la autocomplacencia, la vanidad y las subjetividades.

Uno de los factores de confusión más comunes es creer justamente que el público tiene siempre el criterio y la potestad para aprobar nuestro trabajo; y aunque en alguna medida esto sea cierto, en otra medida es tan peligroso que nos ciega para encontrar una perspectiva crítica objetiva. Trataremos de aclarar esto.

Algún compañero me comentaba hace muy poco que él se sienta a ver un trabajo de títeres con la necesidad de complacerse como un “espectador común”, sin prejuicios ni vicios en la observación de manipulación, búsquedas metafóricas o símbolos que remitan algo, simplemente se quería divertir. Ahí caí en cuenta que la línea que no vemos (y siempre está en nuestra senda) es aquella que nos dice las pautas para acceder a planos estéticos y a una visión panorámica de una puesta; si en la búsqueda de un trabajo terminado encontramos posibles mejoras, si siempre se mira con ojos críticos cada vértice textual y de representación, pues entonces tendremos algunas certezas en el trabajo. Suena paradójico, absurdo y ambiguo pero la duda y la incertidumbre es un buen aviso para saber que vamos por buen camino y que el trabajo está “cerrado”.

El espectador tiene derecho a sentarse y ver el trabajo como le plazca, nosotros tenemos la obligación de no ser condescendientes, frívolos o demagogos.

El espectador, tiene varias opciones, presentarse ante un trabajo con el compromiso de leer los subtextos, o enfrentarse a una puesta con la sola motivación de satisfacer la necesidad urgente de la catarsis inmediata y sin interferencias, o quizás acude al hecho dramático con ambas expectativas (desde mi opinión, el espectador in fabula). Como no podemos conocer los deseos, la información y las motivaciones de quienes nos ven en una presentación (no podemos ingresar al inconsciente del espectador, el cual puede ovacionarnos por el sólo hecho de haberse reído en un par de momentos fugaces), no creo correcto otorgarle la potestad de evaluador de nuestro trabajo al momento de pretender acceder a la selección para un festival, para este tipo de selección se ocupan conocimientos que sumados al sentido común del “espectador medio”, logran un criterio objetivo que justifica cada espacio de evaluación.

El público siempre nos da satisfacciones, y siempre es generoso, eso no debe confundirnos y hacernos creer que hemos pasado el umbral de los mortales y que los festivales tienen la obligación de invitarnos porque el público nos aplaudió con bravos y hurras (bajo ese pobre criterio se desmantelaron festivales maravillosos que no pudieron sostenerse por la paulatina mala calidad en la selección); los festivales no tienen porqué estar de acuerdo con el público, pues el público no es quien tiene que estudiar las razones estéticas de cada compañía y tratar de ser lo más objetivo posible, el público te ve, disfruta y si le gusta te aplaude, el jurado seleccionador de un festival debe evaluarte con una carga extra de criterios. Si esto nos molesta pues tendríamos que dejar de intentar afanosamente el ingreso de nuestro material en eventos, o en caso contrario saber aceptar con honradez el rechazo (que no significa fracaso) y buscar en nuestro trabajo la fisura que no pudimos ver antes.

Borges decía que “hay que publicar para no seguir corrigiendo”, en nuestro caso tenemos la bendición de corregirnos en cada presentación, de buscar nuevas alternativas que nos permitan hablar más claro y con más belleza que antes; parece un propósito fastidioso, pero el sopor que supone es más un mito que una realidad.

Juan Rodríguez.

viernes, 15 de abril de 2011



Hace ya casi un mes que ha terminado el FIESTITERES, el festival que anualmente realizamos en esfuerzo mancomunado con Títeres La Pirueta y con el apoyo indiscutible e incuestionable de La Alianza Francesa de Sucre (que desde hace diez versiones nos apoya sin chistar). Motivos para festejar no nos faltan, hemos contado como siempre con la presencia de compañías fabulosas y generosas, Chachacum, Ulularia, Navegantes, Concolorcorvo y Colibrí (en otra entrega hablaremos de ellos). La asistencia del público como siempre logro subsanar la indiferencia de las instituciones y empresas que hacen la vista gorda, quizás porque no cumplimos con los cánones que se necesitan para ser lo suficientemente “popular y masivo”, hecho que no suma ni dinero ni votos en el futuro. Y como no todo lo que brilla es oro; ha pasado casi un mes y seguimos con una déficit de 2100 Dólares, y por si esto no fuera poco debemos dar explicaciones a las autoridades con informe escrito adjuntando fotografías, para ver si en algún momento se dignan a desembolsar el dinero que prometieron desde el año pasado con la frase célebre que caracterizó a cada uno de los jefes de cultura que pasaron en ocho meses: “¿el festival es en Marzo?, no hay problema, tenemos tiempo”, y la palabra tiempo se diluye como un eco dentro de una caverna. Además se suma el hecho de que nosotros, como siempre, ilusos idiotas útiles, nos metimos en medio de una disputa institucional para ver cual de todos la tiene más larga. No es la primera vez que se nos humilla, se nos hace perder el tiempo, y se nos dice que hacemos mal las cosas y que debemos empezar de cero nuevamente, no es la primera vez que invertimos tiempo y dinero para realizar este sueño en Sucre… pero tengan por seguro monos con corbatas almidonadas, tengan por seguro holgazanes de asientos aterciopelados, tengan por seguro cavernícolas burocráticos, tengan por seguro que será la última vez que esto nos pase, cuando en sus sueños se aparezca un demonio de mirada profunda y voz estrepitosa y de tonos bajos, ese no será el demonio de sus culpas o sus gulas, será el demonio de los retablos que viene a llevárselos para que cumplan su condena… o para que paguen lo que nos deben, y si no es el diablo voy a ser yo, eso sí rueguen a su Dios que sea el diablo.